Aniversario 10 de Vete a la Versh – Mi Carta

Hola mis queridísimas perras! Estoy escribiendo esto sin saber por dónde empezar, definitivamente con un tinte mucho más serio (ni tanto) del que podría redactar cualquiera de mis guiones o incluso alguna otra entrada en este sitio al que di vida hace una década… pito.

No sé si no me ha caído el veinte o si tengo que esperar algún evento astronómico como que me impacte un meteorito directito en la jeta para entender que el proyecto de Vete a la Versh ha representado nada más y nada menos que un tercio de mi vida, y ahora que lo menciono, me percato de que no es decirlo a la ligera.

Han sido DIEZ PUTOS AÑOS de mi existencia dedicados a gritarle a no sé quién, todas las pendejadas que mi cerebro ha querido formar desde lo más profundo de no sé qué chingados. Así ha sido Vete a la Versh. Un “no sé qué” que salió de “no sé qué demonios” para que lo vea “quién sabe quién”, y ha estado acompañado de tantas brillantes, excelentes, satisfactorias, bellas, tristes, devastadoras y destructivas experiencias, que solo escuchar mi voz en los personajes de la serie se ha vuelto un evento casi surreal para mí. Algunos dicen que me lo saco del culo y no tengo argumentos para negarlo. Meh.

Es tan extraño voltear hacia el pasado y ver a aquel jovenzuelo (flaquito pero sensual) aburrido al que se le ocurrió dibujar estupideces en un cuaderno para que hoy me encuentre rodeado de oportunidades. Lo que constantemente llamo “pendejadas”, hoy son una extensión de mí y de mi corazón.

Creo que si alguien pudiera hablar con precisión sobre lo que he pasado durante estos últimos diez años, serían mi par de idiotas, Darkar y Mecoboy. Son los únicos dos que me han visto reir a carcajadas, desvelarme hasta morir, mentar madres, caerme por el dolor de espalda, enamorarme y tener un ataque de ansiedad en un solo día. Ellos son el reflejo de todo esto y más, y bajo esta premisa he trabajado en todos y cada uno de los episodios que hoy forman la serie. Cada video es la traducción de aquello que me ha sacado una sonrisa de la nada o que me ha despertado las ganas de darle un puñetazo a la pared.

Si pudiera describir mi proceso creativo, sería algo muy parecido a ver al vacío, babear, y de pronto reír entre dientes porque llegó una idea. A diferencia de lo que todo el mundo cree, mis historias no son experiencias, sino pequeños toques en el cerebro que se traducen a algún dibujito mal hecho o alguna frase estúpida. Y no, no me drogo.

El primer choquecito eléctrico fue aquel primer mini cómic que usé como idea para hacer “videojuegos”, aquel ancestral video en el que Darkar presume su juego para el Mex Box, para finalizar con el punchline más imbécil y desasociado de la historia: “Callate, pendejo. Tú estás hecho de semen.” – Originalmente, Mecoboy iba a ser de malvavisco. Dato curioso.

Y ahí empezó el viaje.

Este fue el primer comentario que recibí para Vete a la Versh, en el video “Videojuegos” por parte del usuario “Yarento”, el 19 de Febrero de 2009, a las 18:09 hrs :

“esta de huevos!! XD 5/5 y ya tienes otro mas suscribido ;D espero agas otros chingones como este”

Y manos a la obra, mi estimado y ‘suscribido’ amigo. Con 160 reproducciones en un día (no sé cómo chingados si solo se lo compartí a un par de personas) y mi primer comentario de apoyo, me di la tarea de crear más episodios ‘chingones como este’, que en cuestión de un par de meses, estaban generando cientos de miles de reproducciones. Vete a la Versh se abrió paso entre una multitud de loquenderos, machinimas, ‘poops’, y videos virales de gatos y otras pendejadas. La serie se convirtió en uno de los primeros (no más de 6) socios mexicanos de una plataforma a la que hoy le importamos un pepino, financió el resto de mi carrera universitaria y me dio de comer hasta el día de hoy, y ni siquiera generaba la mitad de reproducciones que genera ahora.

Por hoy, les diré que “el resto es historia”, aunque la historia relata un sinfín de sucesos que he tenido que enfrentar para no perder la cabeza.

En este momento podría divagar y platicarles las flores y piedras que respresenta para mí el trabajar en esto. Podría escribirles un libro completo de las veces en las que he pisado caca para llegar al fin de una meta y responder a las mismas preguntas que me hacen una y otra y otra y otra y otra vez (cómo chingan) cuando alguno de ustedes me reconoce en la calle y se acerca a saludar, pero en esta ocasión solo daré gracias.

Y sin el afán de caer en el cliché que es agradecer a la vida y sus cursilerías, quiero hacer notar que sin nada de lo que ha pasado, ni quienes han pasado a lo largo de todo este tiempo, mi trabajo, mi vida, mi proyecto y el impacto que ha tenido, todo esto no tendría ningún sentido.

Empezaré dándole gracias a quienes estuvieron al principio de todo. A mi familia que, con dudas sobre esta incierta carrera y mi no muy increíble talento, nunca dejó de apoyarme. A mi madre que defendió a capa y espada mi privilegio de estudiar, de tener acceso a todo lo que hoy amo y que me mantuvo a flote a pesar de cualquier desventaja. La admiro demasiado. A mi hermano que, como cualquier otro hermano menor, me fastidió a más no poder y me acompañó en cada aventura cooperativa para vencer a todo villano en videojuegos. De quien me he alejado y a quien me he acercado de manera intermitente como los personajes de un RPG, solo para encontrarnos aún más poderosos. Si me pagaran por cada vez que nos hemos reido juntos, sería millonario. Y también a mi papá, que después de una innumerable cantidad de veces de repetir las mismas palabras, hoy me queda muy grabado un “haz lo que quieras, pero sé el mejor”, y hoy quiero pensar que algo de eso he logrado.

Por otro lado gracias a los amigos que hice en mi infancia, quienes moldearon el humor, las anécdotas, las historias y los chistes que hoy hacen Vete a la Versh. Con quienes compartí un sinnúmero de aventuras que recordamos hasta el día de hoy, que incluyen pedradas, batallas campales, retiros espirituales y escupitajos a las paredes. Y también le agradezco a todos los amigos que he hecho a lo largo de esta historia y a los que he perdido.

Le agradezco a quienes se quedaron después de las bajas, de que el proyecto sufriera unas buenas pedradas. A mi equipo de producción, que ha estado a mi lado desde que tuve la demente idea de abrir un estudio, con quienes he pasado por fiestas, bodas y hasta una bebé que ahora es sobrina de la Versh. Hoy son mis amigos.

A quienes me han amado y han amado mi proyecto. A quienes por mi incertidumbre, ansiedad y estúpidas decisiones he lastimado. A quienes me dieron la mano y se quedaron con un pedacito de mi corazón. A quienes fueron un enorme escalón en mi vida.

A mi novia, la que no sabía lo que es esta extraña criatura con la que hoy se ríe y se enoja. A ella que con un abrazo y un beso congela mi locura. Ella que hasta las canciones de la serie se sabe y con la que quiero caminar hasta que mis pies no puedan más (o mi cíatica porque ya siento la vejez, chavos).

Y por último, quiero agradecerle a todos ustedes. A quienes comentan en los episodios, los que admiran a los personajes, los que repiten los diálogos y los que se ríen a carcajadas. A los que me han dado un abrazo en los eventos, los que quieren una foto con este Chaparrito Barbudo Espartano Dragon Ball 2800 X y los que saludan de vez en cuando porque sienten que lo que hago los saca aunque sea un par de minutos de la rutina. A todos ustedes que me echan flores y a los que me tiran pedradas. A los que en su momento me dijeron que era una pendejada y hoy me dicen que en efecto sí es una pendejada pero de las chingonas.

A las mamás ofendidas, a los niños precoces, a los optimistas y los deprimidos, a los que se inspiran a estudiar animación, a los que dibujan sus fanarts, a los que chingan en twitter, a los preguntones, a los fastidiosos, a los efusivos, a los que me regalan gansitos, a los que me piden un autógrafo, a los que “reaccionan” en sus videos de YouTube, a los llevaditos, a los intensos, a los penosos, a los trolls de cagada, a los que nos tiraron monedas en Fondeadora porque creen en el proyecto, a los que piensan que dichas monedas nos las gastamos en Ferraris y drogas, a los que se han disfrazado de los personajes, a los que corean las canciones y a todos aquellos que le han encontrado un significado más grande a mi trabajo del que yo podría encontrarle.

Junto con todos ustedes, he creado algo que me llena y desespera, que me hace sonreir y me emputa, que me frena y me impulsa a saber que cada maldito segundo que he empleado en esto, ha valido la pena. Cada segundo.

La historia definitivamente continúa. El proyecto está más que vivo. Las reproducciones son más que en cualquier punto de la historia de Vete a la Versh, y existe toda una nueva generación que está disfrutando (o eso quiero creer) las no-aventuras de Darkar y Mecoboy, por quienes seguiré trabajando hasta que de plano me digan que ya no mame.

Sin duda hay decenas sino cientos de personas a las que podría mencionar en esta entrada pero como pa’ qué. Que no se les haga costumbre que ande de sentimental. Solo puedo decirles que en este momento me siento muy afortunado de estar en donde estoy, de seguir batallando por expresarme por medio de estos cortos, de continuar siendo un pinche irreverente grosero y pasándome por los huevos lo que puedan decir los delicados. Aquí seguiré sentado por horas y horas, borrando poco a poco mi raya del culo para continuar con el proyecto, así como otros que ya se están cocinando.

Quisimos trabajar en un remake del primer episodio de Vete a la Versh, así es que no olviden verlo:

Siempre me cuesta trabajo escribir la conclusión de mis entradas, por lo que tendré que dejarlo en un típico “se la lavan”. Espero escribir esta misma pendejada en 10 años más.

Los quiero. Valen mil, perras.